Carta para sanar la relación con mi madre

El texto que os presentamos a continuación, es una carta de sanación dirigida a la madre, escrita desde el corazón de alguien que ha decidido liberarse del dolor del pasado para abrazar la vida con plenitud. A través de un mensaje íntimo y profundo, se reconoce el impacto de las heridas de la infancia y se elige, conscientemente, soltar el resentimiento para reconciliarse con el amor, la aceptación y la propia historia.

Más que una despedida del dolor, es un acto de madurez emocional: honrar a la madre tal como es, dejar atrás las cargas que no corresponden y recuperar la conexión con la fuerza vital que ella representa. Un mensaje conmovedor para quienes desean sanar desde dentro: 


 Madre, necesito sanar contigo para poder vivir mi vida en armonía.

Tú fuiste el canal perfecto para que yo llegara a esta experiencia humana. Te elegí porque eras exactamente lo que mi alma necesitaba. Gracias, mamá. Lo hiciste lo mejor que pudiste, y eso fue suficiente.

Mi niño/a interior ha estado herido/a y resentido/a contigo durante muchos años. Cerré mi corazón y me alejé emocionalmente, creyendo que así me protegería del dolor. Pero lo único que logré fue quedarme atrapado/a en él. Ese dolor ya no tiene lugar en mi vida. Hoy, elijo liberarlo.

Ya no me siento tu víctima. Reconozco que hiciste lo mejor que sabías con lo que tenías. Y desde esa comprensión, me libero para crecer, para evolucionar, para reconciliarme contigo y, en el fondo, conmigo mismo/a.

Reconozco a ese niño/a herido/a dentro de mí y aprendo a ofrecerle ahora el Amor, la aceptación y el cuidado que en su momento no recibió de la forma que necesitaba. Me doy a mí lo que tanto busqué afuera.

Me alejé creyendo que así evitaría el sufrimiento, pero fue justo esa distancia la que alimentó el vacío. El no sentirme amado/a tal como soy, el no sentirme suficiente, me llevó por el mundo buscando aprobación y afecto en lugares donde nunca podrían llenarse esas carencias.

Viví mendigando Amor a través de conductas que me alejaban de mí mismo/a:

Siendo siempre “bueno/a”,

Entregando más de la cuenta,

Buscando aprobación constante,

Permitiendo abusos,

Aferrándome a lo que debía soltar,

Persiguiendo reconocimiento profesional,

Sufriendo por lo que otros pudieran pensar de mí...

Hoy decido sanar. Decido abrazar a mi niño/a interior con ternura y reconectarme contigo, madre, porque es a través de ti que me reconecto con la Vida, con mi fuerza vital, con mis raíces.

Pido al Gran Espíritu poder mirarte sin juicio, ver tus decisiones sin reproches y aceptar tu humanidad tal cual es. Porque en esa aceptación me reconcilio también conmigo. Tú eres mi raíz, mi semilla, y desde ti florezco.

Mamá, tú y yo somos uno.

Mamá, tú y yo somos uno.

Mamá, tú y yo somos uno.

Yo no soy más grande que tú. No me corresponde juzgarte. Tú eres el mar; yo soy el río que nace de ti. La Vida y la Madre son más grandes que uno. Solo queda rendirse ante ello con humildad y gratitud.

Este es un trabajo profundo, interno, silencioso. Cada día te acepto más en mi corazón, con tus luces y tus sombras, sin expectativas, sin exigir que cambies o que reconozcas nada. Lo hago por mí y por quienes vendrán después de mí.

Te honro. Te respeto. Gracias por darme la vida. Honro tu camino tal como fue. Honro el mío tal como es.

Dejo de cargar lo que no me pertenece. Te devuelvo tus responsabilidades, porque confío en que tú puedes con ellas. Y me libero para enfocarme en lo que sí me corresponde: mi vida, mis sueños, mis decisiones.

Mi niño/a interior empieza a calmarse. Ya no necesita mendigar amor ni reconocimiento. Se siente visto/a, sostenido/a y amado/a por mí.

Desarrollo mi Amor propio. Mi corazón se llena de gozo. Sanar es dejar de querer cambiarte. Hoy dejo de hacerlo. Ya no pongo mi energía ahí. Hoy elijo vivir mi vida. La vida que me pertenece.

Puedo tomar distancia física si es necesario, pero jamás te saco de mi corazón. Porque la Madre y la Vida son una sola. Tomarte a ti es tomar la Vida. Es decirle sí al Amor, al cuidado, a la ternura, a la abundancia.

Te prometo, madre, que voy a ser feliz.

Voy a amarme más que a nada.

Voy a rodearme de personas que me valoren y me respeten.

Voy a creer en mí y celebrar todo lo que soy.

Voy a vivir desde la libertad, la pasión y el gozo.

Voy a hacer realidad mis sueños, conectado/a con mi sabiduría interior.

Tomo la Vida.

Te bendigo.

Tú eres la grande, yo soy el/la pequeño/a.

Te pido permiso para hacerlo diferente.

Estoy listo/a para cambiar la historia de nuestro linaje.

Madre, me siento feliz de ser quien soy.

Me amo profundamente.

Y agradezco con todo mi ser que me hayas traído a este mundo.


Gracias, gracias, gracias.

También te puede interesar: Carta para sanar la relación con mi papá


Comentarios