Las mejores frases de Descartes

René Descartes (1596 – 1650) René Descartes fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado el padre de la filosofía moderna y uno de los nombres más destacados de la revolución científica.

Nacido en una familia de baja nobleza, trece meses después de su nacimiento, su madre murió tras dar a luz un nuevo hijo que no logra sobrevivir. Es criado por su abuela, por su padre y por una nodriza de la que no se separará jamás.


Su padre lo llamaba “pequeño filósofo”, pues desde su más tierna infancia no paraba de plantearse preguntas sobre todo. En la escuela sus profesores no tardaron en darse cuenta de sus dotes intelectuales y de su interés por las matemáticas y la filosofía. 

Tras estudiar Derecho y Medicina en la Universidad de Poitiers (Francia), acaba trasladándose a los Países Bajos donde llevaría una vida modesta y tranquila.

Su principio filosófico más famoso es “cogito, ergo sum” (“pienso, luego existo”), un elemento esencial del racionalismo occidental. Descartes expone su método filosófico y científico en el escrito “Reglas para la dirección de la mente” (1628) y, sobre todo, en su conocido “Discurso del método” (1637), donde, con gran claridad y sencillez, propone cuatro normas fundamentales que rompen con la escolástica impartida en las universidades de la época. 

Sus ideas supusieron una revolución para la filosofía y la teología, aplaudidas por unos (como Malebranche) y criticadas por otros (como Spinoza o Leibniz).

Descartes falleció el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad supuestamente a causa de una neumonía. Sin embargo, el historiador Eike Pies en su libro “El homicidio de Descartes, documentos, indicios, pruebas”, concluyó que la muerte de este se debió a un envenenamiento por arsénico y señala a un sacerdote, François Viogué, como responsable o al menos instigador del crimen.

★ Algunas de sus frases más célebres:

► «Daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro»

► «Sentir no es otra cosa que pensar»

► «Pienso y dudo, luego existo»

► «Apenas hay algo dicho por uno cuyo opuesto no sea afirmado»

► «Los malos libros provocan malas costumbres y las malas costumbres provocan buenos libros»

► «Dos cosas contribuyen a avanzar: ir más deprisa que los otros, o ir por el buen camino»

► «No admitas jamás cosa alguna como verdad sin haber conocido con evidencia que así era; es decir, evitar con sumo cuidado la precipitación y la prevención, y no admitir en mis juicios nada más que lo que se presente tan clara y distintivamente a mi espíritu, que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda»

► «Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás»

► «Hasta una falsa alegría suele ser preferible a una verdadera tristeza»

► «No hay nada repartido de modo más equitativo en el mundo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente»

► «Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas»

► «No basta tener buen ingenio; lo principal es aplicarlo bien»

► «La lectura de buenos libros es una conversación con los hombres más ilustres de los siglos pasados»

► «Conducir con orden mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ascender poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más complejos, y suponiendo incluso un orden entre ellos que no se parecen naturalmente unos a otros».

► «La filosofía es la que nos distingue de los salvajes y bárbaros; las naciones son tanto más civilizadas y cultas cuanto mejor filosofan sus hombres».

► «Muchas veces sucede que no hay tanta perfección en las obras compuestas de varios trozos y hechas por las manos de muchos maestros como en aquellas en que uno solo ha trabajado».
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El origen de los apellidos


En la antigüedad, no existían los apellidos. 

Tomemos la Biblia, como ejemplo:

A los personajes del Antiguo y Nuevo Testamento se les conocía por su nombre: Abraham, Moisés, Pedro, Juan, Mateo, Jesús, María y José.

No había tal cosa como Abraham Pérez, Mateo Delgado o José García. (Cuidado: Iscariote no era el apellido del traidor Judas, ni Tadeo el del santo; eran sobrenombres, apodos).

Con el tiempo, las comunidades se poblaban cada vez más y más, y de momento surgían las dudas:

—Llévale este mensaje a Juan.
—¿Cuál Juan? —preguntaba el mensajero.
—Pues Juan, el "del valle" —explicaba para distinguirlo del otro Juan, el "del monte".

En este caso, los apellidos del Valle’ y del Monte, tan comunes hoy en día, surgieron como resultado del lugar donde vivían estas personas. 

Estos se llaman "apellidos topónimos", porque la toponimia estudia la procedencia de los nombres propios de un lugar.

 En esa misma categoría están los apellidos Arroyo, Canales, Costa, Cuevas, Peña, Prado, Rivera (que hacen referencia a algún accidente geográfico) y Ávila, Burgos, Logroño, Madrid, Toledo (que provienen de una ciudad en España).

Otros apellidos se originan de alguna peculiaridad arquitectónica con la que se relacionaba una persona. 

Si tu antepasado vivía cerca de varias torres, o a pasos de unas fuentes, o detrás de una iglesia, o al cruzar un puente, o era dueño de varios palacios, pues ahora entiendes el porqué de los apellidos Torres, Fuentes, Iglesias, Puente y Palacios.

Es posible que hayas tenido algún ancestro que tuviese algo que ver con la flora y la fauna. 

Quizás criaba corderos, cosechaba manzanas o tenía una finca de ganado. De ahí los apellidos Cordero, Manzanero y Toro.

Los oficios o profesiones del pasado también han producido muchos de los apellidos de hoy en día. 

¿Conoces a algún Labrador, Pastor, Monje, Herrero, Criado o Vaquero? Pues ya sabes a qué se dedicaban sus antepasados durante la Edad Media.

Otra manera de crear apellidos era a base de alguna característica física, o un rasgo de su personalidad o de un estado civil. 

Si no era casado, entonces era Soltero; si no era gordo, era Delgado; si no tenía cabello, era Calvo; si su pelo no era castaño, era Rubio; si no era blanco, era Moreno; si tenía buen sentido del humor, era Alegría; si era educado, era Cortés.

Quizás la procedencia más curiosa es la de los apellidos que terminan en -ez, como Rodríguez, Martínez, Jiménez, González, entre otros muchos que abundan entre nosotros los hispanos.

El origen es muy sencillo: "ez" significa "hijo de".
Por lo tanto, si tu apellido es González es porque tuviste algún antepasado que era hijo de un Gonzalo. 

De la misma manera, Rodríguez era hijo de Rodrigo, Martínez de Martín, Jiménez de Jimeno, Sánchez de Sancho, Álvarez de Álvaro, Benítez de Benito, Domínguez de Domingo, Hernández de Hernando, López de Lope, Ramírez de Ramiro, Velázquez de Velasco, y así por el estilo.

Así mismo ocurre en otros idiomas: Johnson es hijo de John en inglés (John-son); MacArthur es hijo de Arthur en escocés; Martini es hijo de Martín en italiano.

Es así como, poco a poco, durante la Edad Media, comienzan a surgir los apellidos.

 La finalidad era, pues, diferenciar una persona de la otra. 

Con el tiempo, estos apellidos tomaron un carácter hereditario y pasaron de generación en generación con el propósito de identificar no solo personas, sino familias.

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La divinidad del ser humano




Cuenta una antigua leyenda hindú que hubo un tiempo en el que todos los seres humanos que vivían sobre la Tierra eran dioses. 


Pero estos abusaron tanto de su divinidad que Brahma, el dios supremo, decidió privarlos del aliento divino que había en su interior y esconderlo en donde jamás pudieran encontrarlo y emplearlo nuevamente para el mal.


Entonces, Brahma convocó a todos los dioses menores para buscar un lugar adecuado donde poder esconder la divinidad del ser humano y evitar que hiciesen un mal uso de nuevo.


El gran problema fue encontrar el lugar apropiado y los dioses menores, propusieron:

“Esconderemos su divinidad en lo profundo de la tierra”, dijeron otros dioses.


“No”, dijo Brahma, “no será suficiente porque el hombre cavará profundamente en la tierra y lo encontrará”. Entonces los dioses propusieron:

”En ese caso la sumergiremos y la sumergiremos en lo más profundo de los océanos”

“Tampoco”, dijo Brahma, “porque tarde o temprano el ser humano aprenderá a sumergirse en el océano y también allí lo encontrará”.


Entonces los dioses menores dijeron: 

“Escondámosla en la montaña más alta”.


“No”, volvió a replicar Brahma, “porque un día el ser humano subirá a todas las montañas de la tierra y capturará de nuevo su aliento divino”. Los dioses menores, desconcertados: 

“Entonces no sabemos dónde esconder, la divinidad humana, ni tampoco sabemos de un lugar donde el hombre no pueda encontrarla algún día”,

Y dijo Brahma: 

“Escondedla dentro de él mismo; jamás pensará en buscarla allí”.


Y así lo hicieron. Oculto en el interior de cada ser humano hay un algo divino. Y desde la noche de los tiempos, dice la leyenda, que el hombre ha recorrido la tierra, ha bajado a los océanos, ha subido a las montañas buscando esa cualidad que lo hace semejante a Dios y que todo el tiempo ha llevado siempre en su interior.
Gaia.

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Romper con el linaje materno es el precio para volverse auténtica





Romper con la esencia patriarcal del legado emocional que nos brinda el vínculo materno es decir, con el linaje materno.

Es a veces, el precio que tenemos que pagar por lograr la autenticidad y la libertad que anhelamos.

Hay una premisa indiscutible que guía nuestra vida y es que cada hija lleva consigo a su madre.

Es un vínculo eterno del que nunca nos podremos desligar.
Siempre contendremos algo de nuestras madres.

Por eso, es indispensable depurar y limar aquellas asperezas que se han creado a través de la crianza y del influjo materno en nuestra historia pasada y presente.

ES UN PROCESO COMPLICADO:

Una dura experiencia que implica darse cuenta de que se está sumida en la insignificancia de manera inconsciente por un legado que perpetúa la dependencia a través de una crianza basada en creencias educativas antiguas.

Es un sentimiento desgarrador porque el deseo de desligarse va unido a la necesidad de cuidado y a la idea de que la persona que te aportó las mayores experiencias de afecto y sustento asume tu empoderamiento como una pérdida propia.

Por necesidad humana (o más bien educativa) una madre a veces procura moldear y adecuar a la hija mujer lejos de la esencia de individualidad.

Este no es habitualmente un proceso o una necesidad consciente.

La madre en su herencia de mujer, puede intuir que la vida de la hija será más fácil cuanto menos compleja e intensa sea.

Por ello promueve que en esencia su fémina se amolde a las cualidades que "LA CULTURA DEL PATRIARCADO” pinta como atractivas.

Etiquetas sutiles como "LA REBELDE”, “LA SOLITARIA”, “LA NIÑA BUENA” solo transmiten un mensaje:  “ NO DEBES CRECER PARA SER AMADA.”

En este punto conviene hacerse consciente y sanar esa esencia.
Aunque ello suponga una desvinculación que en parte es agresiva y, por ende, dolorosa.

El patriarcado está debilitándose cada vez más, por lo que generación tras generación la fortaleza femenina se hace patente, urgente y necesaria.

De alguna manera en el inconsciente colectivo está calando la necesidad de que la mujer debe ser auténtica.

Las creencias patriarcales promueven un nudo inconsciente entre madres e hijas, en el que solo una de ellas puede tener el poder.

Debemos permitir que nuestras madres recorran su propio camino y dejar de sacrificarnos por ellas.

EL ANHELO DE SER AUTÉNTICA Y LA AÑORANZA DE LA MADRE.

Cuáles son los puntos de anclaje para iniciar este proceso.

Se trata de un dilema para las hijas criadas en el patriarcado.

El anhelo de ser tú misma y el anhelo de ser cuidada se convierten en necesidades que compiten entre sí, parece que tengamos que elegir entre una de las dos.

Esto sucede porque tu empoderamiento está limitado en la medida en que tu madre ha internalizado las creencias patriarcales y espera que tú las acates.

LA PRESIÓN DE TU MADRE PARA QUE NO CREZCAS DEPENDE PRINCIPALMENTE DE DOS FACTORES:

1). El grado en que ella haya internalizado las creencias patriarcales ilimitables de su propia madre.

2). El alcance de sus propias carencias por estar divorciada de su YO verdadero.

Estas dos cosas mutilan la capacidad de la madre de iniciar a su hija a su propia vida.

El costo de convertirte en tu ser auténtico a menudo implica cierto grado de “RUPTURA” con el linaje materno.

Cuando esto sucede se rompen los hilos patriarcales del linaje materno, algo esencial para una vida adulta sana y poderosa.
Por lo general se manifiesta en alguna forma de dolor o conflicto con la madre.

LAS RUPTURAS DEL LINAJE MATERNO PUEDEN ADOPTAR DIVERSAS FORMAS: 

Desde conflictos y desacuerdos hasta distanciamiento y desarraigo.

Es un viaje personal y es distinto para cada mujer.

Básicamente la ruptura con el linaje materno sirve para la transformación y la sanación.
Forma parte del impulso evolutivo del despertar femenino para empoderarse con más consciencia.

Es el nacimiento de la “MADRE NO PATRIARCAL" y el comienzo de la verdadera libertad e individualización.

Por una parte en las relaciones madre/hija más sanas, la ruptura puede provocar un conflicto, pero en realidad sirve para fortalecer el vínculo y hacerlo más auténtico.

Por otra parte en las relaciones madre/hija agresivas y menos sanas, la ruptura puede desencadenar heridas no sanadas en la madre.

Y provocar que esta arremeta contra su hija o la repudie.

Y en muchos casos, desafortunadamente, la única opción de la hija será mantenerse a distancia indefinidamente para conservar su propio bienestar emocional.

Así en vez de ver que es el resultado de tu deseo de crecimiento, la madre puede sentir tu alejamiento/ruptura como una amenaza, un ataque personal y directo hacia ella, un rechazo a quien es ella.

Ante esta situación, puede resultar desgarrador constatar que tu deseo de empoderamiento o de crecimiento personal puede hacer que tu madre, ciegamente, te vea como una enemiga.

En estas situaciones podemos ver el alto precio del patriarcado en la relaciones madre/hija.

El hecho de que nuestra madre nos reconozca y nos acepte es una sed que tenemos que saciar, a pesar de que para ello tengamos que sufrir.

Esto supone una pérdida de independencia y de libertad que nos apaga y nos transforma.

NO PUEDO SER FELIZ SI MI MADRE ES INFELIZ. ¿HAS SENTIDO ESTO ALGUNA VEZ?

La creencia de que no podemos ser felices si nuestra madre es infeliz por sufrir nuestras propias carencias es una herencia más del patriarcado.

Cuando renunciamos a nuestro propio bienestar por el de nuestras madres impedimos una parte imprescindible del proceso del duelo que intentamos concretar.

Tenemos que llorar la herida en nuestro linaje materno porque el hecho no hacerlo provoca un alto grado de estancamiento.

Por mucho que nos empeñemos en hacerlo, una hija no puede sanar a su madre, pues cada cual tiene la responsabilidad sobre sí mism@.

Por eso, es necesario romper y buscar un equilibrio el cual solo es posible si alteramos los patrones patriarcales y no nos entregamos a la complicidad de una paz superficial.

Se requiere mucho valor para iniciar este proceso de desvinculación pero dejar que nuestras madres sean seres individuales nos libera como hijas y como mujeres para ser seres individuales.

No es noble cargar con el dolor de los demás, no es un deber que debamos asumir por ser mujeres y no debemos sentirnos culpables cuando no asumimos esa función.

ESE ROL DE CUIDADORA EMOCIONAL que se otorga a las mujeres es un rol que forma parte del legado de opresión.

Es por eso que  debemos comprender que esto es ficticio si no obedece a nuestras necesidades explícitas.

Solo mantener esta perspectiva nos ayudará a dejar a un lado la culpa para que esta no, nos controle.

Las expectativas del mundo sobre nosotras pueden llegar a ser muy crueles.

De hecho, constituyen un verdadero veneno que nos obliga a olvidar nuestra individualidad.
Es hora de abrirnos paso.

El precio de transformarnos en auténticas nunca es tan alto como el precio de permanecer en un “YO” falso. 

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5 señales de la apertura de tu tercer ojo




El concepto del TERCER OJO, también llamado el OJO DE LA MENTE, es un símbolo multicultural vinculado a la visión psíquica: mientras que los ojos ven hacia afuera y  todo lo material, el TERCER OJO se referiría a la percepción de lo espiritual, mirando hacia adentro.

“Quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro, despierta” – Carl Jung
 
SON 5 LAS SEÑALES QUE INDICAN QUE TU TERCER OJO ESTÁ ABIERTO


1. Sensación de presión en los ojos

Cuando el tercer ojo se manifiesta hay una conciencia relacionada con la sensación entre las cejas. 

Podría parecer como si alguien nos estuviera tocando ligeramente en ese momento, o podrías sentir una difusión de calor. 

A veces esta sensación podía aparecer desde la nada, como si fuera una señal que nos hiciera retroceder en estado de ánimo espiritual.

2. Intuición en aumento

Entre las señales más obvias de apertura del tercer ojo está el aumento en la previsión o la intuición que comenzamos a experimentar. 

La intuición es la capacidad de saber que algo podría suceder antes de que lo haga, o saber que algo está bien o mal debido a un sentimiento. 

A menudo viene y se va. Sin embargo, con el tiempo, este sentimiento podría ser más fuerte, y convertirse en un proceso de guía en nuestra vida cotidiana.

3. Sensibilidad a la luz

Con el tercer ojo abierto, podríamos encontrarnos un poco más sensibles a la luz y ver colores más brillantes. 

Los colores vivos y nuestra conciencia de la luz pueden comenzar sutilmente. No siempre son instantáneamente evidentes o abrumadores. 

Sin embargo, la sensibilidad a la luz a menudo trae una mayor conciencia de lo que está sucediendo a nuestro alrededor. 

Al enfocar profundamente el tercer ojo, pueden aparecer luces.

4. Sentido de cambio gradual y continuo

Lo más importante para fomentar un tercer ojo saludable es cambiar constantemente nuestra perspectiva de la vida y personalidad. 

Como resultado obtendremos cambios benefiosos porque queremos, y tal vez incluso anhelamos. 

Por lo general podemos notarlo en la forma en que tratamos a los demás. Podemos ser más tolerantes y menos egoístas.

5. Dolor de cabeza recurrente

Considéralo un poco de sobrecarga de energía. Sal al aire libre y haz algo que te gusta, como meditar o caminar. 

La presión en la cabeza es un signo real de la apertura del ojo espiritual, en particular en el centro de la frente. 

Es una indicación de que la glándula pineal se está desarrollando enérgicamente.

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La importancia de observar tus pensamientos



La importancia de observar objetivamente tus pensamientos no puede ser enfatizada lo suficiente. 

Es fácil caer en los patrones de pensamiento que pueden dificultarnos el logro  de nuestros deseos. 

Entonces se hace fácil culpar a otros o atribuir nuestras frustraciones a causas secundarias.

Siendo una persona bastante impaciente, por lo general estoy ansioso por llegar a casa después del trabajo y en particular me desagrada tener que hacer cola. 

Empecé a darme cuenta que no importa qué hora elija para comprar algunos artículos en el supermercado, encontraría problemas al pasar por caja,  como las comprobaciones de precios ,  personas mayores  que tienen problemas para agilizar su  compra, y otros varios tipos de retrasos. 

Me encontré temiendo estas ocasiones, y  quería hacer algo sobre estas situaciones molestas. 

Cuando empecé a observar mis 
pensamientos encontré que, mientras hacía cola, me decía a mí mismo, “Siempre tengo 
que esperar”. 

Entonces me di cuenta de que esas declaraciones hechas una y otra vez  habían creado lo que yo no quería experimentar. 

De manera consciente cambié esa  declaración por: “No importa cuándo me detengo en el supermercado, nunca tengo que 
esperar”. 

Por supuesto, esa nueva declaración ha funcionado tan bien como la negativa.

A medida que empieces a observar tus pensamientos, no te desanimes si encuentras que  tus conversaciones internas no armonizan con la forma en que deberías sentirte si  hubieras logrado tu meta. 

En primer lugar debes tomar conciencia de lo que estás  haciendo con tu poder creativo antes de que puedas empezar a cambiarlas. 

A medida que empieces a observar tus pensamientos, no podrás evitar darte cuenta de  que solamente tú eres la causa de todo lo que llega a tu mundo. Sólo tú puedes  cambiarlo.


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El perdón de fin de año


Todos los años al finalizar el año, nos deshacemos de objetos que ya no usamos, movemos muebles , limpiamos cada rincón del nuestros hogares y preparamos copiosas  cenas. 

Son muchas las acciones asociadas al 31 de diciembre, pero hay una que resulta menos común de lo que debiera: el perdón de fin de año.

Minutos antes de que se termine el año, es necesario perdonar, trasmutar y disolver todo lo negativo del año que se termina. 

Si uno celebra lo bueno sin redimir aquellas cosas negativas tales como odios, rencores, situaciones difíciles que hemos vivido, esa alegría se disuelve fácilmente, por eso es necesario el uso del Perdón de Fin de Año.

La cuestión no está en perdonar a los demás porque nos han hecho daño, sino en perdonarnos a nosotros mismos. 

Es momento de renovar el perdón hacia nosotros mismos para liberarnos y permitir que entre en nuestra vida todo aquello que nos está esperando, porque somos nosotros los que permitimos que algo o alguien nos afecte o nos lastime. 

Nada sucede con la intención de fastidiarnos, simplemente pasan cosa y cada uno decide si le afectan o no.





Nos  gustaría compartir con vosotros ésta "Oración del Perdón". Para limpiar lo viejo que hayamos podido acumular durante el año.

Este ejercicio lo puedes realizar minutos antes de despedir el año, o si lo prefieres en cualquier momento del último día del año que tengas tranquilidad y así lo desees. 

Deja pasar un pequeño espacio de tiempo entre cada uno de los pasos para visualizar e integrar con consciencia todo aquello que surja. 

Se puede hacer de forma personal o con más personas, si así lo decides. Es muy importante liberarse de ataduras, culpas, dependencias, lastres, dolor y sufrimiento que éstas traen consigo.

Rubén Cedeño, conferencista internacional venezolano y discípulo de la maestra Conny Méndez, en su libro “Espíritu de la Navidad” aconseja que minutos antes de que termine el año es menester “perdonar, trasmutar y disolver lo nocivo del año que se termina.

Perdón de Fin de Año. Extracto del Libro “Espíritu de la Navidad” de Rubén Cedeño

"Yo, consciente de mis actos, y asumiendo el control de todo lo que "YO SOY", borro de mi subconsciente y del registro etérico, todo récord y memoria de cada suceso discordante que haya vivido este año.

Perdono de todo corazón y olvido para siempre, todo disgusto, agravio, deuda, desamor, irritabilidad, agresión, traición, maledicencia y odio que me haya causado cualquier ser humano, situación o cosa.

A todos aquellos que se hayan ido de mi lado para otro grupo, trabajo, partido o círculo de amistades, lo suelto y lo dejo ir sin reclamarle nada, dándole la plenitud de mi amor para Bendecirlo y prosperarlo donde quiera que se haya ido y donde esté.





Renuncio con toda la entereza que mi ser tiene a todo apego de objetos, situaciones, posesiones y, sobre todo, personas. 

Declaro que nada ni nadie me ata a nada, y YO SOY libre, pero completamente y absolutamente libre, para entregarme, ampararme y refugiarme en mi Yo Soy..

 Borro, borro y borro todo aquello que me haya sucedido en este año que no sea un escalón dentro de mi proceso de ascensión, y hago desaparecer de mi vida todo obstáculo que me impida volar hacia la libertad, que es el estado natural de mi ser..

Cubro cada segundo, minuto, hora, día, semana y mes de este año que concluye con la brillante y resplandeciente sustancia de la Llama Violeta para borrar toda energía mal calificada, y ahora lo envuelvo todo con la incandescente brillantez del fuego Blanco de la Ascensión. 

Libre de personalidad, ego, pasado, memoria y mal karma, entrego mi Corriente de Vida al Servicio Único de la Luz, hasta alcanzar la eternidad "  


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