De esta manera tan hermosa es como el escritor húngaro Útmutató Léleknek, explicó la existencia de Dios.
En el vientre de una madre había dos niños.
Uno le preguntó al otro:
- ¿Crees en una vida después del parto?
El otro respondió:
- Está claro. Tiene que haber algo después del parto. Tal vez estamos aquí para prepararnos para lo que viene más tarde.
- Tonterías, dijo el primero.
No hay vida después del parto. ¿Qué clase de vida sería esa?
El segundo dijo:
- Yo no sé, pero habrá más luz que aquí. Tal vez nosotros podamos caminar con nuestras piernas y comer con nuestras bocas. Tal vez tengamos otros sentidos que no podemos entender ahora.
El primero respondió:
- Esto es una locura. Caminar es imposible. Y comer con la boca!? Ridículo! El cordón umbilical nos proporciona nutrición y todo lo que necesitamos. El cordón umbilical es muy corto. La vida después del parto está fuera de cuestión.
El segundo insiste:
-Bueno, yo creo que hay algo y tal vez diferente a lo que está aquí. Tal vez la gente ya no necesite este tubo físico.
El primero impugnó:
- Tonterías, y además, si realmente hay vida después del parto, entonces, por qué nadie ha vuelto nunca de allí? El parto es el fin de la vida y en el post-parto no hay nada más que oscuridad, silencio y olvido. Él no nos llevará a ninguna parte.
- Bueno, yo no sé, dijo el segundo, pero seguro encontraremos a mamá y ella cuidará de nosotros.
El primero respondió:
- Mamá, de verdad crees en mamá? Esto es ridículo. Si mamá está, entonces, dónde está ahora?
El segundo dijo:
- Ella está a nuestro alrededor. Estamos rodeados de ella. Estamos en ella. Es por ella que vivimos. Sin ella este mundo no habría y no podría existir.
Dijo el primero:
- Bueno, yo no puedo verla, por lo tanto, es lógico que ella no existe.
Al que el segundo respondió:
- A veces, cuando estás en silencio, si te enfocas en escuchar realmente, se puede notar su presencia y escuchar su voz desde allí arriba.
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