Honro todo mi linaje masculino que me viene de ti, de mis abuelos, bisabuelos, tatarabuelos. Aunque no los haya conocido, sé que están en mí.
Te
honro a ti, papá, por ser el sembrador de tu semilla, en la tierra
fértil de mí madre. La vida permitió que yo fuera el fruto. Doy
gracias, porque estar aquí en la Vida, es lo más grande.
Papá, ahora cuando veo tu historia y reconozco tu dolor, comprendo todo lo que vivimos juntos y, tal como fue, era lo que necesitaba para aprender y crecer, desde las cosas que me dolieron y no me gustaron.
Si te veo, me ves y si me ves, también puedo ver a los otros hombres, más libre de mis proyecciones y anhelos infantiles, permitiendo, además, darles un lugar en mí vida como parejas, jefes, maestros y, no confundirme en la necesidad de ser visto/a, reconocido/a, valorado/a, querido/a.
En esa búsqueda pierdo la confianza en mí, me lleno de inseguridad, miedos y busco afuera lo que he olvidado que encuentro dentro de mí mismo/a. Es en nuestro destino e historias vividas juntos donde encuentro lo que necesito sanar, para crecer y avanzar hacia más vida.
Padre veo las historias de dolor, abandonos, infidelidades, culpas, tuyas y de los hombres de la familia y dejo con ustedes la responsabilidad de sus acciones y sus consecuencias. Respeto sus destinos y no los juzgo. Me declaro inocente, libre de toda culpa y vergüenza. Así me siento libre de la necesidad de compensar o vengar asuntos que no me corresponden.
En la medida en que voy sanando mi relación contigo, papá, estoy listo/a para ver lo sagrado y masculino en mí, libre de juicios, con una mirada compasiva, ahora como hombre/mujer lo íntegro y puedo darles un lugar a los hombres con respeto y amor.
Te miro, y miro a todos los hombres que te anteceden. LOS HONRO.
Te miro, y miro tu historia. LA ENTIENDO.
Te miro, y miro los duelos, las heridas. LAS COMPRENDO.
Te miro, y miro las imposibilidades. LAS SANO EN MI CORAZÓN.
Porque cuando te miro, miro lo masculino en mí, y cuando mi mirada es en compasión, en mí comienza a sanar, y se hace la luz.
A partir de hoy, confió en poder integrarme en mí: masculino, verdadero, auténtico. También amoroso y presente.
Hecho
ésta. Gracias, gracias, gracias…
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