Cuando
tocamos algo, dejamos nuestras huellas dactilares. De la misma manera, cuando tocamos la
vida de la gente, dejamos nuestra identidad.
La
vida es buena cuando estamos felices; pero la vida es mucho mejor cuando
los demás son felices gracias a nosotros.
Ser
fiel a tocar los corazones de los demás es una inspiración. Nada es
más importante y digno que la práctica de ser un canal de bendición
de Dios.
Nada
en la naturaleza vive para sí mismo. Los ríos no beben su propia
agua; Los árboles no comen su propia fruta. El sol no brilla por sí
mismo; Y las flores no se extienden su fragancia para si mismas.
Jesús no se sacrifica para sí mismo sino para nosotros.
Vivir
para los demás es una regla de la naturaleza. Todos hemos nacido
para ayudarnos mutuamente. No importa cuán difícil sea la situación
en la que nos encontremos... Sigue siempre haciendo el bien a los demás.
S.S.Francisco
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