Padecemos
la carencia del sentido del Ser. Deberíamos asombrarnos
sencillamente de vivir porque la mera existencia es verdaderamente
milagrosa sin embargo, para nosotros vivir es lo normal, lo
cotidiano, la rutina de cada día y por ello, no le prestamos ninguna
atención ni le concedemos ningún valor.
No
somos conscientes del milagro de vivir, de la magia de estar aquí y
ahora en este planeta.
Cuando
nos sentimos físicamente bien, con salud, sin dolores ni malestares
de ningún tipo, no nos paramos a valorar el milagro de vivir. Lo
vemos como un hecho natural, damos por sentado que es como debe
de ser; como si la vida tuviese que transcurrir sin ningún tipo de
padecimiento, hasta que un día el mínimo dolor o sufrimiento físico
o emocional nos trastorna y es entonces, que valoramos lo que
teníamos antes.
Además,
cuando ese dolor físico o emocional desaparece y volvemos a la
situación de confort anterior, de nuevo lo desvalorizamos porque
somos incapaces de felicitarnos por el solo hecho de vivir en
plenitud y paz, porque solamente damos importancia al dolor y no nos
recreamos en el estado de apacibilidad y bienestar.
VIVE.
LA VIDA VALE LA PENA VIVIRLA, CUALQUIERA QUE SEAN LOS SINSABORES QUE
LA ACOMPAÑAN. DETENTE UN MOMENTO Y VALORA EL HECHO DE ESTAR VIVO/A.
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